
En el stand de Italia, con un despliegue modesto, se han ofertado, en una librería improvisada y con poca gracia, ediciones en español de algunas de las obras más significativas de la cultura, el pensamiento y la literatura italianas. Sí, no han faltado las obras de Dante, de Maquiavelo, de Italo Calvino o de la actual Melania G. Mazzucco, pero ofertadas en pilas desiguales y sin concierto, en un batiburrillo desordenado y con una puesta en escena pésima.
Lo que más me ha llamado la atención es que, en el año del centenario de su muerte, el gran
ausente de la Feria ha sido Edmondo De Amicis (1846-1908), autor que parece ser ignorado por sus compatriotas, o peor, cultura italiana que desgraciadamente sufre de amnesia y olvida a uno de sus más internacionales escritores, al menos, hace unas décadas. Es como si en españa olvidáramos a un Galdós o a un Larra.

Mi interés por De Amicis no responde a la simple curiosidad. Amicis, más allá del olvido y del tópico, es uno de los maestros de la literatura de viajes. Paul Bowles, otro maestro del género, distinguía entre el turista y el viajero. Amicis es, sin lugar a dudas, la antípoda del primero y la encarnación del segundo. En sus libros de viajes España (1873), Recuerdos de Londres (1874), Recuerdos de París (1878), o Constantinopla (1879), logra transmitir la pasión por el viaje y el deseo de aventura.
Mi afición por De Amicis me ha llevado a publicar alguno de sus libros en la editorial Páginas de Espuma. Lejos de un interés por lo inédito -no es mi guerra-, y trascendiendo la ocasión del centenario -que ha pasado sin pena ni gloria en los medios-, lo que me interesa de este autor es el género en sí que practica: esa mezcla inigualable entre el ensayo, el artículo periodístico, la crónica de viajes, el libro de aventuras.
En su libro Recuerdos de Londres y París, en su visita a Londres, Amicis se abandona a los placeres del observador, optimista y fascinado por las dimensiones de la metrópoli del Imperio británico. Constata que las ciudades son libros que se leen con los pies; así, a sus ojos, Londres conserva los rincones y en ella aún se reconocen los personajes de las novelas de Dickens; p
ero al italiano, ajeno al oscuro spleen baudeleriano, le atraen, en un anticipo de la mejor crónica benjaminiana, los docks del Támesis, donde atracan los grandes barcos de vapor. En Recuerdos de París, Amicis describe la esencia de la vida cultural y artística parisina de la III República Francesa. La actividad de la ciudad viene vertebrada por la celebración de la Exposición Universal de París de 1878, que capta la atención de todo el mundo.
Mi afición por De Amicis me ha llevado a publicar alguno de sus libros en la editorial Páginas de Espuma. Lejos de un interés por lo inédito -no es mi guerra-, y trascendiendo la ocasión del centenario -que ha pasado sin pena ni gloria en los medios-, lo que me interesa de este autor es el género en sí que practica: esa mezcla inigualable entre el ensayo, el artículo periodístico, la crónica de viajes, el libro de aventuras.



Amicis es un autor paradójicamente desconocido por el público; a todo el mundo le suena Corazón: a unos, porque rondan los sesenta y los setenta años y les "obligaron" a leer el libro, un best seller en su época; a otros, porque nos criamos con Marco, a otros porque vieron la película... Pero Amicis es un escritor ampliamente desconocido, sobre todo en su faceta de escritor de literatura de viajes. Gracias a Pamuk descubrí su Constantinopla, un libro que ya ha leído en nuestra edición bastante gente, que además se lo lleva en la maleta cuando viajan a Turquía y visitan Estambul. De Amicis, ya un clásico, no decepciona.

Los verdaderos protagonistas de la Feria, no obstante, como un año más, han sido sus visitantes no profesionales, la mayoría de ellos jóvenes, que a partir de las cinco de la tarde guardaban enormes colas para poder entrar, previo pago (20 pesos mexicanos), a las instalaciones de la FIL, como puedes comprobar a mi derecha en la foto. Efectivamente, la FIL sigue siendo la fiesta de los libros.
Aún os contaré más cosas de la FIL en otra entrada.
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