Flanqueado por Jorge Volpi y Vicente Luis Mora, ejercí de presentador, moderador y schowman en una de las múltiples mesas redondas y actos que se ofertan durante la celebración de la FIL de Guadalajara. El título de la presentación era muy explícito: Mentiras contagiosas/ Pasadizos, haciendo referencia a sendos títulos de libros escritos por ambos autores. En el Salón Mariano Azuela, en la planta alta de la zona de Negocios de la FIL, la convocatoria de las 19:00 horas tenía previsto contar con un público escaso, de edad provecta y con un interés en el pensamiento, la filosofía y la crítica literaria. Cuál no sería nuestra sorpresa cuando, bajo el cartel de "No hay cupo" (como en los estrenos musicales y/u operísticos, o en los mejores carteles de Las Ventas en la Feria de San Isidro) encontramos la sala llena hasta reventar, pero de jóvenes quiceañeras que hicieron cola para asistir a una presentación de libros de ensayo. Como moderador tuve que replantearme el enfoque de la charla, y tras los titubeos iniciales y, sobre todo, con la ayuda de los dos autores, conseguimos captar la atenciçon de nuestro público que se mostró interesado, cautivado e incluso entregado.
Con la excusa del género del ensayo literario tuve ocasión de traer a cuento las palabras del chileno Martín Cerda, que en su libro La palabra quebrada, ensayo sobre el ensayo (recientemente editado por la Editorial 27letras), nos subraya que "lo verdaderamente esencial en cada ensayo no reside en el objeto de que se ocupa, sino, más bien, en las preguntas a que lo somete discreta y, a la vez, radicalmente". Volpi y Mora se identificaron con Cerda cuando recuerda el pensamiento de Montaigne que sostiene en sus Ensayos (publicados en impecable edición por Acantilado) que "yo mismo soy la materia de mi libro". Volpi y Mora confesaron la promiscuidad en su relación con los géneros, de tal manera que necesitan, como expresión de sí mismos, visitar y ensayar indistintamente con la novela, la poesía o el ensayo literario; es más, ambos se inclinan cada vez más por la escritura híbrida, que mezcla los géneros y los proyecta con un efecto amplificador.
El escritor de ensayo, coincidieron ambos, practica la escritura fragmentada o fragmentaria, y ambos compartieron con Cerda la opinión de que "el ensayista disiente casi por definición sobre todo de las conclusiones fáciles que reclutan adherentes a granel, [...] en este movimiento incesante, el ensayista erosiona cuanto escribe [...] con ello se coloca en la posta de la libertad".
El cine de Orson Welles, la poesía de Leopardi o Mallarmé, el lenguaje arquitectónico más vanguardista, la novela como género, la creación del espacio poético, el diálogo entre arte y arquitectura, la novela como virus, la obra de Bolaño, son ejemplos de las obsesiones que han suscitado la reflexión y el rumie de Volpi y Mora. En la presentación desplegaron un diálogo creativo que sedujo a una audiencia atípica, quinceañera y entregada a la tecnología móvil que, si algo sacó en claro es que el ensayo no responde al tópico sesudo que se había imaginado, y que un autor de ensayo literario no tiene porqué ser un viejo sesentón y canoso, encerrado en su despacho y aislado del mundo. El escritor de ensayo puede tener tanto tirón mediático como un cantante pop, al menos en el imaginario colectivo de estas quinceañeras del estado de Jalisco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario