Uno de las motivaciones de este mi blog personal es compartir contigo mi actividad como editor de ensayo. Cumpliría mi objetivo si lograra suscitar tu curiosidad, provocarte directamente para que te animaras a leer, o al menos a ojear y hojear, alguna de mis propuestas editoriales.
Una de ellas ha sido ésta que te reseño: Pasadizos: espacios simbólicos entre literatura y arte, del cordobés Vicente Luis Mora. Ahora que no me oye, Mora es de esos autores que no sabes por donde hincarle el diente: es novelista, es poeta, se atreve con ensayos sobre la nueva sociedad producto de la revolución de las nuevas tecnologías... Además es alto, compacto, muy serio y con un aire a estética cool, y algún maledicente periodista le ha colgado el sanbenito de miembro de la generación nocilla, algo que, conociéndole, no sé si le ha hecho mucha gracia.
En 2007, en colaboración con el Instituto Municipal del Libro de Málaga, desde editorial Páginas de Espuma convocamos el I Premio Málaga de Ensayo, para manuscritos originales de género no ficción.
Una de mis tareas, a parte de leerme la cantidad de manuscritos que llegaron a concursar, fue seleccionar el grano de la paja. Te puedo garantizar que cada españolito de pro tiene una novela inédita guardada en el cajón de su mesilla, pero hay una cantidad nada despreciable de frikis que, cual francotiradores, atesoran joyas ensayísticas sobre temas variopintos: desde un tratado sobre los cuernos (los otros, no los taurinos), hasta una colección de encuentros en la tercera fase.
El jurado del premio fue de lujo; formamos parte de él Rafael Argullol, filósofo y escitor; Estrella de Diego, escritora y profesora de Arte Contemporáneo; Javier Gomá, filósofo, periodista y escritor; Chantal Maillard, poeta y escritora; Juan Malpartida, escritor, crítico y poeta; y yo, como editor y director de la colección Voces/Ensayo de Páginas de Espuma. Además, con voz pero sin voto, mi querido amigo Alfredo Taján, escritor y poeta, y actual director del Instituto Municipal del Libro de Málaga, hizo las veces de anfitrión insuperable.
La obra ganadora fue un manuscrito que llevaba por título Topomaquias. Una vez abierta la plica correspondiente, descubrimos con sorpresa (indiferencia de algunos, protesta apasionada de otros), que el autor de la obra premiada era Vicente Luis Mora. Al autor, que reside en Albuquerque (Nuevo México, EEUU), donde es director del Instituo Cervantes, lo despertamos con una llamada premiada, a las 3 de la mañana, hora local. Su alegría por la noticia no compensó su modorra noctámbula.
Durante los siguientes meses Mora y yo nos pusimos a trabajar sobre el manuscrito, para preparar su edición. Han sido meses de llamadas de teléfono, conversaciones on line, intensas, apasionadas, polémicas y siempre gratificantes. Logramos una cubierta que nos gustó a ambos, gracias a Paul Viejo, y coincidimos en la necesidad de dotar al libro de un título de impacto, menos laberíntico y esotérico como el de Topomaquias. Así vió la luz Pasadizos, un libro collage, donde, con la escusa de la reflexión sobre la poética del espacio, los poemas de Mallarmé dan la mano y dialogan con Octavio Paz, los versos de Leopardi se entrecruzan con la poética de la Red y la Web 2.0, y la escultura de Chillida abre espacios dialógicos entre la filosofía y la poesía. Mora nos porpone una valiente reflexión sobre la arquitectura contemporánea, o nos hace visitar con la nariz una perfumería, llena de sugerencias y evocaciones.
Disfruté mucho editando este libro. Espero que tropieces con él en algún momento. Alguna de sus páginas son muy sugerentes.
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