martes, 30 de diciembre de 2008

Los libreros hacen balance del 2008

Se acerca la Nochevieja y, junto con los nuevos propósitos para el nuevo año, los libreros se animan a hacer balance, ya, del ejercicio 2008. En entrevista con la periodista Eva Orúe, Michèle Chevallier, como representante de CEGAL, sostiene, sin datos, una serie de afirmaciones de este tipo: "No ha sido un mal año". La primera pregunta que nos suscita esta rotunda afirmación es: "¿Para quién?"; la segunda: "¿Sobre qué datos se sostiene este diagnóstico?" Sin más información, podríamos pensar que estas declaraciones son producto de la intuición o de la demagogia, peligrosa en estos tiempos donde el sector debería reflexionar seriamente para redimensionar su mercado y rediseñar en profundidad sus estrategias.
Estas declaraciones de Chevallier parecen desdecir el diagnóstico de "estancamiento" que ya en junio pasado Fernando Valverde, presidente de CEGAL, había adelantado sobre la situación de las librerías: "se trata de una situación de estancamiento consolidado". La afirmación de que el año no ha ido mal, por otra parte, va en la misma línea de las declaraciones que Antonio Mª de Ávila, representante de la FGEE, realizó en julio pasado a los medios, con afirmaciones tan rotundas como esta: "La crisis no afecta al sector editorial". No obstante, Antonio Mª reculó en septiembre, al sostener que "este año la crisis económica está afectando al sector". En una declaración aún más reciente, de noviembre, de Ávila reconoce que "el libro está siendo afectado por la crisis". Parece que libreros y editores coincidirían en este tipo de diagnósticos precipitados y contradictorios, algunos, según mi parecer, triunfalistas y con datos aún provisionales, otros, definitivamente intuitivos y producto más del deseo que de la reflexión contrastada.
Unos y otros, libreros y editores, han puesto todas sus esperanzas en el cierre del año, en la campaña de Navidad, como una especie de exorcismo que libere al sector de las garras diabólicas de la crisis. Algunos editores incluso pronostican que la crisis no afecta a los libros por su "valor refugio". En la misma línea, ciertos libreros gallegos se anticipan en sus previsiones al cierre del año y afirman que el libro va a ser el regalo "estrella" en Reyes porque "es más asequible". Asimismo, esperan que la época navideña suponga "un cierto impulso" al sector.
(Los libreros de Gandhi se adelantan a unos y otros y le han echado imaginación, un año más, con sus mensajes de impacto.) Son encomiables los esfuerzos que los distintos representantes de libreros y editores han hecho durante todo el año para salvar los muebles y guardar las apariencias, pero en varias ocasiones se han precipitado en sus conclusiones: en una ocasión, con discursos triunfalistas, que a falta de más datos, se amparaban en las cifras millonarias de ciertos best sellers de Planeta y Random House; ahora, con una pirueta que raya en la demagogia, rebajando el impacto de la crisis recurriendo al aumento de las ventas del libro de bolsillo.

El libro de bolsillo parace que se ajusta a la carestía del bolsillo de los españoles, según algunos analistas, pero los porcentajes de venta reflejan que en esa batalla sólo luchan los grandes, dos de los cuales, precisamente Planeta y Random House, se reparten el 66% del pastel. Ambos análisis, el triunfalista y el demagógico, se amparan, curiosamente, en los datos de los grandes grupos editoriales. Los editores independientes, a todo esto, están muy callados y preocupados, fundamentalmente, con la Feria del Libro de Madrid y las elecciones a la Presidencia de la FGEE. Los mundos de Yupi, vamos.
Emplazamos a unos y otros a finales de enero y principios de febrero, donde asistiremos, pronostico, a una de las cifras más altas de devolución que habremos sufrido los editores en los últimos años. La devolución no se ha hecho esperar y ya está goteando desde el mes de octubre y noviembre. Esperemos pues al 2009, para poder valorar cuáles han sido las virtudes del año que termina.

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