miércoles, 31 de diciembre de 2008

Previsiones 2009: Libreros StarsWars, "La amenaza fantasma"

Ayer tuve ocasión de comentar parte de la entrevista que Eva Orúe realizó hace unas semanas para divertinajes.com a Michèle Chevallier, representante de CEGAL, pero me quedaron varios temas en el tintero. Antes hablé de balance, ahora quiero llamarte la atención hacia las previsiones y retos que los libreros se plantean para el año 2009. La primera afirmación que me llama poderosamente la atención es la siguiente: para Chevallier, la gran amenaza para los libreros el próximo año es el libro digital: "será una amenaza, o mejor dicho, es una amenaza, siempre que el editor decida prescindir de la figura del librero para llegar al lector". La frase tiene miga y quiero desgranarla con cuidado. Primero: el libro digital "es una amenaza", así, de primeras, sin más explicación. Son varios ya los debates abiertos sobre la conflagración libro-papel versus libro-digital, pero cada vez se escuchan más voces que subrayan las oportunidades que este nuevo soporte puede propiciar a varios niveles: fomento de la lectura entre los lectores habituales, ecologismo editorial, conquista de nuevas cotas entre lectores infrecuentes; también son cada vez más los convencidos que ambos soportes (analógico y digital) convivirán pacíficamente durante años.
Hace unos días citaba las palabras de Juan Domingo Argüelles con respecto al libro digital: "El libro electrónico es una buena alternativa para hacer llegar el material que necesita un lector y que no encuentra en librerías. El soporte es solamente eso: un soporte. El libro es solamente esto: un libro, es decir, un medio, un instrumento". ¿Ameneza, entonces, para quién y porqué? Quizá los libreros deberían empezar a distinguir entre los usuarios del libro, o mejor dicho, entre los distintas tipologías de lectores:
Lector tipo "a": lector/comprador de libros en papel, que visita las librerías, y que además, para cierto tipo de lecturas, o para ciertos momentos/necesidades, recurrirá al E-Reader para realizar sus lecturas preferidas en ese soporte: periódicos digitales, revistas digitales, juegos, consultas en diccionarios, enciclopedias, búsquedas cruzadas en sus lecturas preferidas, consultas profesionales, recetarios de cocina...
Lector tipo "b": lector que frecuenta a menudo los soportes digitales (Google, Web 2.0, blogs, Wikipedia, Facebook, SecondLife, SMS, PlayStation, Wii, Nintendo DS...) y que es lector infrecuente de libro en papel, y que no suele visitar las librerías tradicionales; éste va a ser el consumidor directo de los nuevos soportes de lectura, vulgarmente conocidos como libro electrónico.
Al lector del tipo "a" ya lo conocemos de sobra editores y libreros, quizá sea ese el famoso "eterno lector" al que Jorge Herralde se refiere con frecuencia. Pero, citando de nuevo a Juan Domingo Argüelles, "hemos sacralizado al objeto libro; lo hemos convertido en fetiche y tótem". Por lo demás "el libro en su soporte tradicional seguirá coexistiendo con los demás soportes habidos y por haber, hasta que llegue un día en que se extinga si debe hacerlo". Uno de los retos para el nuevo año sería, por tanto, captar la atención del lector tipo "b", para lo cual tendremos, editores y libreros, que estar al tanto de los avances de la edición y comercialización de contenidos digitales.
Los libreros, en este caso, deberían distinguir entre distintos tipos de lectores, diversos tipos de lecturas, diferentes tipos, pues, de consumo de libros, en definitiva, distintos tipos de mercados para diferentes soportes. De todas formas, los libreros culpan de esta presunta amenaza a los editores, que parecen los malos de la película. El editor Darth Vader es una especie de fenicio que está deseando deshacerse de los libreros para hacer negocio. Ahora en serio, el sector del libro en España debe urgentemente tomar conciencia de que estamos asistiendo a un profundo cambio de paradigma, que está propiciando el surgimiento paulatino de nuevos mercados que hay que explorar y de los cuales, como tierras ignotas, hay que aprender antes que nada el idioma que utilizan. Los libreros podrían diseñar desde ya plataformas de distribución y comercialización de lectores de contenidos digitales, por ejemplo el E-Reader, como ya anuncian que lo va a realizar El Corte Inglés en primavera de 2009, tras cerrar un acuerdo con Sony.

Una segunda afirmación de la representante de CEGAL tiene que ver con una nueva amenaza "detectada" por los libreros: "el desplazamiento de ventas de libros a locales comerciales no especializados" (la cursiva es mía). Este fenómeno, subraya Chevallier, "se produce en detrimento de la librería, sin por ello reforzar de manera significativa las ventas de las editoriales". Como ya apuntamos en nuestro libro, en los últimos años el libro se ha incorporado a la bolsa de la compra como un producto más de consumo; además, los hábitos están cambiando, y los lectores/compradores se han acostumbrado a adquirir sus libros en puntos de venta disímiles a los del canal tradicional de librerías. El mercado de masas ha propiciado el surgimiento de este tipo de demanda, de carácter homogéneo y horizontal, que alimentan estos nuevos puntos de venta de libros (Eroski, Media Mark, Alcampo), que reutilizan el denso tráfico a sus establecimientos para ofertar productos de gran impacto, más conocidos como best sellers. Los libreros ven de manera casi irracional en estos "locales" una amenaza, dotándola de marcados sesgos "imperiales". En la guerra del mercado de masas, por tanto, efectivamente las "republicanas" librerías independientes tienen las de perder, pero esto no es un juego de buenos y malos, de Skywalker contra las tropas de Imperio Galáctico. Tiene que ver más, como subrayábamos en El nuevo paradigma del sector del libro, con el surgimiento de un nuevo tipo de consumo, propio de una sociedad hipermoderna, que propicia una profunda horizontalización de la demanda en los mercados de masas. Pero, paralelamente, están surgiendo infinidad de mercados nichos: es el fenómeno de la aparición del mercado long tail, propio de los mercados hiperfragmentados. Ahí, el librero profesionalizado debería generar estrategias para acceder, con imaginación y utilizando las plataformas Web 2.0, a una demanda real que sigue existiendo para el libro en papel.
Las declaraciones de la representante de CEGAL podrían sonar a que el librero, que antes vivía del texto o de la feria del libro, ahora con la epidemia del virus Zafón quiere seguir siendo el único punto de venta de libros y acaparar el mercado de masas, lo que no sólo es absurdo, sino que va en contra de los hábitos de consumo y las tendencias del mercado. Donde los libreros ven amenazas otros pueden ver oportunidades de rediseñar el mapa de librerías, crear por fin una potente red de librerías, llegar a acuerdos y alianzas estratégicas entre libreros, creación de plataformas de marketing, comercialización y promoción de grupos de librerías, creación de plataformas de venta de dispositivos electrónicos en librerías físicas o en librerías on line, iniciativas todas en la línea de tomarle el pulso a los nuevos mercados.
Uno de los retos del 2009, en definitiva, para editores y libreros, es lograr identificar y hacerse visibles a esos mercados de nicho, en la economía long tail, lo cual pasa impepinablemente por el desarrollo de una hoja de ruta de la edición y la librería independiente que contemple la creación de plataformas de marketing y promoción propias, producto de acuerdos y arquitecturas comerciales portáliles adaptables a cada situación y mercado, al margen de caducas instituciones gremiales. Como cierre del balance del 2008, CEGAL pronostica uno de los retos de los libreros para el nuevo año: "para muchos la crisis se va a notar en el 2009 con los recortes presupuestarios a bibliotecas". Si el librero sigue alimentándose de la teta del Estado y se mantiene en sus trece de darle la espalda al mercado y a la revolución tecnológica que ya está aquí, la amenaza ya no será tal, sino que habrán cabado su propia tumba.

martes, 30 de diciembre de 2008

Los libreros hacen balance del 2008

Se acerca la Nochevieja y, junto con los nuevos propósitos para el nuevo año, los libreros se animan a hacer balance, ya, del ejercicio 2008. En entrevista con la periodista Eva Orúe, Michèle Chevallier, como representante de CEGAL, sostiene, sin datos, una serie de afirmaciones de este tipo: "No ha sido un mal año". La primera pregunta que nos suscita esta rotunda afirmación es: "¿Para quién?"; la segunda: "¿Sobre qué datos se sostiene este diagnóstico?" Sin más información, podríamos pensar que estas declaraciones son producto de la intuición o de la demagogia, peligrosa en estos tiempos donde el sector debería reflexionar seriamente para redimensionar su mercado y rediseñar en profundidad sus estrategias.
Estas declaraciones de Chevallier parecen desdecir el diagnóstico de "estancamiento" que ya en junio pasado Fernando Valverde, presidente de CEGAL, había adelantado sobre la situación de las librerías: "se trata de una situación de estancamiento consolidado". La afirmación de que el año no ha ido mal, por otra parte, va en la misma línea de las declaraciones que Antonio Mª de Ávila, representante de la FGEE, realizó en julio pasado a los medios, con afirmaciones tan rotundas como esta: "La crisis no afecta al sector editorial". No obstante, Antonio Mª reculó en septiembre, al sostener que "este año la crisis económica está afectando al sector". En una declaración aún más reciente, de noviembre, de Ávila reconoce que "el libro está siendo afectado por la crisis". Parece que libreros y editores coincidirían en este tipo de diagnósticos precipitados y contradictorios, algunos, según mi parecer, triunfalistas y con datos aún provisionales, otros, definitivamente intuitivos y producto más del deseo que de la reflexión contrastada.
Unos y otros, libreros y editores, han puesto todas sus esperanzas en el cierre del año, en la campaña de Navidad, como una especie de exorcismo que libere al sector de las garras diabólicas de la crisis. Algunos editores incluso pronostican que la crisis no afecta a los libros por su "valor refugio". En la misma línea, ciertos libreros gallegos se anticipan en sus previsiones al cierre del año y afirman que el libro va a ser el regalo "estrella" en Reyes porque "es más asequible". Asimismo, esperan que la época navideña suponga "un cierto impulso" al sector.
(Los libreros de Gandhi se adelantan a unos y otros y le han echado imaginación, un año más, con sus mensajes de impacto.) Son encomiables los esfuerzos que los distintos representantes de libreros y editores han hecho durante todo el año para salvar los muebles y guardar las apariencias, pero en varias ocasiones se han precipitado en sus conclusiones: en una ocasión, con discursos triunfalistas, que a falta de más datos, se amparaban en las cifras millonarias de ciertos best sellers de Planeta y Random House; ahora, con una pirueta que raya en la demagogia, rebajando el impacto de la crisis recurriendo al aumento de las ventas del libro de bolsillo.

El libro de bolsillo parace que se ajusta a la carestía del bolsillo de los españoles, según algunos analistas, pero los porcentajes de venta reflejan que en esa batalla sólo luchan los grandes, dos de los cuales, precisamente Planeta y Random House, se reparten el 66% del pastel. Ambos análisis, el triunfalista y el demagógico, se amparan, curiosamente, en los datos de los grandes grupos editoriales. Los editores independientes, a todo esto, están muy callados y preocupados, fundamentalmente, con la Feria del Libro de Madrid y las elecciones a la Presidencia de la FGEE. Los mundos de Yupi, vamos.
Emplazamos a unos y otros a finales de enero y principios de febrero, donde asistiremos, pronostico, a una de las cifras más altas de devolución que habremos sufrido los editores en los últimos años. La devolución no se ha hecho esperar y ya está goteando desde el mes de octubre y noviembre. Esperemos pues al 2009, para poder valorar cuáles han sido las virtudes del año que termina.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Previsiones 2009: La distribución

Uno de los interrogantes que los editores nos estamos haciendo para el nuevo año 2009 tiene que ver con la distribución, más en concreto, sobre qué va a pasar con los distribuidores. Los cierres, suspensiones de pagos y quiebras de algunas empresas de distribución del libro durante el año que ahora finaliza han hecho que cunda la alarma entre los editores independientes.
Los almacenes de nuestros distribuidores no son ni pueden seguir siendo el final de la película del editor, donde nuestros libros mueren olvidados como el Arca de la Alianza en la primera entrega de Indiana Jones. Los cambios que está sufriendo el mapa de distribución del libro en España son un síntoma más, no de la crisis temporal, sino de la aparición de un nuevo paradigma que tiene consecuencias en todo el sector. Como Manuel Gil y yo apuntamos en nuestro libro, los nuevos tipos de mercados, hiperfragmentados, de nicho, están generando profundos cambios en la distribución dentro del sector del libro. En nuestro diagnóstico planteamos que se está produciendo una revolución logística a nivel mundial, a la que la distribución del libro en España no puede permanecer ajena.
¿Hacia dónde es deseable que el modelo español evolucione? Evidentemente, uno de los caminos a seguir es el de la concentración en tres o cinco plataformas logísticas de carácter nacional que sean capaces de aglutinar la producción de los sellos editoriales independientes. Nuestro modelo de referencia en España de un macrodistribuidor con ingeniería logística avanzada sigue siendo el de COFARES para las farmacias. Pero cuando se ha planteado, en distintos foros, la posibilidad de una empresa de este tipo para el sector del libro, se nos ha afirmado rotundamente que es imposible en España. La razón: la producción de 70.000 títulos nuevos al año y la existencia de un fondo histórico vivo cercano al medio millón de referencias.
Pues bien, el pasado 17 de diciembre, con motivo de la celebración en la sede del ICEX del seminario "A debate: Cómo vender libros en español en EE.UU. (segunda parte): Canal de Mayoristas y Distribuidores americanos", tuvimos ocasión de escuchar a Lucia Doyle, responsable del Departamento de compras de libro en español de la empresa Follet Corp. Esta empresa fue fundada en 1873, y actualmente es una de las mayores distribuidoras de libros en EE.UU.
Los datos que nos facilitó la señora Doyle sobre Follett Library Resources son muy interesantes: la empresa cuenta con unos 1.000 empleados, tiene su sede en McHenry, Illinois, y cuenta con una superficie de 46.000 metros cuadrados, de los cuales, 35.000 están destinados al almacén logístico. En un doble turno de 8 horas, los empleados de Follett Library Resources manejan de manera informática un fondo bibliográfico en papel de 300.000 referencias, más otras 95.000 de carácter audiovisual. El recorrido del sistema de transportador, puesto en línea, es de 5,8 kms.
Para finalizar, tienen una media de 8.000 a 12.000 entradas de línea de pedido al día. Estos datos confirman que la revolución logística en el mundo del libro ya es una realidad. La transformación de la distribución ha venido de la mano del surgimiento de los nuevos mercados (mercado long tail), y de la aparición de los nuevos hábitos de consumo, así como de la transformación del mapa de librerías, con nuevas tipologías de establecimientos. Estamos acostumbrados los editores independientes a ser rechazados por ciertos distribuidores, con la escusa de que no pueden manejar más fondos. A la pregunta de con cuántos editores trabajan, la señora Doyle nos respondió: "Con todos los que quieran trabajar con nosotros". Distintas filosofías, distintas culturas.

martes, 16 de diciembre de 2008

Libreros al pupitre

En mayo pasado, José Manuel Lara, en una entrevista publicada en El País, al hilo de sus opiniones sobre el futuro del precio fijo del libro, subrayó el fracaso en la creación de un "plan muy potente de librerías" en España. Las declaraciones de Lara no tuvieron apenas respuesta por parte de los representantes de CEGAL, pero nos suscitaron la siguiente duda: ¿Cuál es el problema real del libro en España, el precio fijo o la inexistencia de una potente red de librerías? ¿Sobran o faltan librerías? A lo mejor uno de los problemas del libro en España es que sobran malas librerías y faltan buenas librerías. A lo mejor es que de las empresas declaradas por CEGAL como "librerías", muchas no resisten ni la mínima auditoría. Quizá estemos hablando de que en España apenas contamos con un par de cientos de librerías a nivel europeo.
Por otra parte, en nuestro libro, Manuel Gil y yo lanzamos, con vistas al futuro, unas propuestas de trabajo para el sector del libro, entre las que se incluía la creación de una Escuela del Libro, "para la formación de profesionales que se integren en el sector". Como profesionales del libro que han trabajado durante años en y con librerías, consideramos que la creación de una Escuela de Libreros debería ser una prioridad en los planes de formación y desarrollo de la industria del libro por parte de las Administraciones Públicas.
Pues bien, en el último número de la Revista Quehacer, Tomás Granados señala como uno de los problemas fundamentales de la industria del libro la formación de los editores y los libreros. Bajo el título de "Hacen falta más librerías, mejores libreros y más y mejores editores" Alejandro Zenker pregunta a Tomás Granados sobre la manera de vertebrar dichos estudios de edición. Granados, en este sentido, se considera partidario más de maestrías que de licenciaturas: "Cursos básicos para gente que quiere entrar al mundo editorial, pero no licenciatura". En cuanto a los libreros, sí se muestra tajante en cuanto a la necesidad de crear un curso universitario para libreros: "Con el Instituto de Cultura de San Luis Potosí estamos pensando en una escuela para libreros, donde sigan el modelo italiano: una escuela con claes una temporada y mucha práctica profesional".
Con el modelo italiano se refiere Granados lo indicado ya por Romano Montroni en su referencia a la Escuela de Libreros Umberto y Elisabetta Mauri. "La formación no está separada del ejercicio de la formación". Granados se reafirma en su diagnótico: "Hacen falta más librerías, mejores libreros y después más y mejores editores. Lo fundamental es fortalecer y hacer crecer el mercado, y para ello hacen falta puntos de venta de calidad. Por eso lo primero es incidir en los libreros".
Granados ya realiza una actividad pionera en ese sentido con el Instituto del Libro y la Lectura AC ILLAC en México. Iniciativas como esta vuelven a incidir en la colaboración estrecha entre edición y librerías y en la necesidad de la formación continua que garantice la profesionalización del sector. Granados sentencia: "El detonante para que mejore la industria [editorial] es que hay más y mejores librerías. Primero que haya más gente que venda libros, que lo haga bien, en buenas tiendas, y después vendrá lo otro de manera natural. El eslabón más débil y menos atendido es el de las librerías".
Manuel Gil y yo hemos sostenido que la formación y profesionalización del sector del libro pasa por esa creación de una Escuela del Libro para libreros y editores. Algunas voces, no obstante, se han escuchado en Madrid últimamente que, ante los intereses y propuestas concretas de cursos de formación continua para los editores independientes, han afirmado rotundamente que "es demasiada formación". Osea, que en España seguimos con el "colorín, pingajo y hambre".

lunes, 15 de diciembre de 2008

Requiem por las beatas de la cultura: la desmitificación del libro impreso

En la introducción a El nuevo paradigma del sector del libro, Manuel Gil y yo tuvimos ocasión de alertar sobre la ausencia significativa en la edición española de libros y estudios que reflexionen sobre el pasado, presente y futuro del sector del libro. Aunque en las últimas semanas se han publicado en español y en España dos interesantes libros que tienen que ver con nuestro sector, uno tangencialmente, como es el caso de Javier Celaya, y otro más directamente, como es el de Joaquín Rodríguez, lo que es cierto es que echamos en falta un debate sereno, riguroso y de nivel no sólo sobre los futuros del libro, sino sobre el nuevo paradigma de la edición en general. Como ya apuntamos en su momento, es en Hispanoamérica donde dicho debate está teniendo sus mejores hitos desde hace años. El ejemplo que quiero compartir contigo hoy es el de Juan Domingo Argüelles que, en entrevista con Alejandro Zenker (publicada en el número 7 de la Revista Quehacer Editorial), arremete contra los prejuicios y las, según Zaid, "hipótesis beatas del libro".
Me permito extraer algunos fragmentos de dicha entrevista:
Sobre el libro en papel: "Hemos sacralizado al objeto libro; lo hemos convertido en fetiche y tótem".
Sobre librerías: "Las librerías ya funcionan nada más como exhibidoras durante tres o cuatro semanas de un libro nuevo; inmediatamente después lo devuelven al editor. Después de la novedad, uno encuentra el libro en la librería solamente si lo encarga o por mero azar".
Sobre el libro electrónico: "El libro electrónico es una buena alternativa para hacer llegar el material que necesita un lector y que no encuentra en librerías. El soporte es solamente eso: un soporte. El libro es solamente esto: un libro, es decir, un medio, un instrumento".
¿Libros-papel versus libro-digital?: "El libro en su soporte tradicional seguirá coexistiendo con los demás soportes habidos y por haber, hasta que llegue un día (y, si llega, ¿qué podemos hacer?) en que se extinga si debe hacerlo".
Las nuevas tecnologías: "Las tecnologías avanzan más rápidamente que el tiempo que tenemos para adaptarnos a ellas y luego desecharlas de inmediato. Los libros en soporte tradicional tarde o temprano se hacen polvo; los libros en soporte electrónico, también. Lo importante no es el soporte, sino el contenido".
Lectura, cultura...: "Hay que desmitificar la cultura letrada (no negarla), desacralizarla y revalorar las otras lecturas. Lo importante no es la cantidad de libros que leas, sino cómo los integras a tu existencia para entenderte mejor y comprender mejor a los demás".
Creo que las reflexiones de Juan Domingo Argüelles no tienen desperdicio y enriquecen un debate que en España está aún lejos de alcanzar estas cotas de lucidez y sabiduría. Por estos lares algunos están buscando al eterno lector, especie de Gólem bueno de la lectura y la edición; otros se refugian en el objeto-libro como tótem a adorar; y, en fin, otros lanzan titulares periodísticos y llamativos para neutralizar el fantasma de la crisis. Como K. Marx y Marshall Berman apuntaron "todo lo sólido se desvanece en el aire".

La burbuja editorial

El sector de la edición en España hace ya tiempo que muestra unos síntomas preocupantes en cuanto a la insostenibilidad de sus modelos. Un alarmante estancamiento de la demanda, una sobresaturación de oferta, cuentas de resultados menguantes, una ineficiente gestión de los modelos de negocio y el corsé del precio fijo, llevan a pensar si no ha llegado el momento de proceder a una reconversión del sector en toda regla. Leía en el blog de Javier Celaya que las ventas de libros en octubre en EEUU han descendido un 20% en la edición impresa, mientras que la edición digital había aumentado el 73%. Ante estos datos, hace tiempo hubiese pensado en una situación coyuntural, pero ahora es evidente que se trata de algo estructural y de implicaciones profundas. Y no sólo por el impacto de la crisis económica, sino que el nuevo paradigma digital y la tecnología disruptiva que conlleva está produciendo un efecto tsunami en el sector del libro.
En este sentido, otra entrada de hace unos días en el blog de Joaquín Rodriguez afirmaba: “estoy por pedir un plan de rescate para el sector editorial similar al que las grandes compañías automovilísticas de Detroit han pedido al Presidente”.
Hay que tener en cuenta que la más que previsible llegada masiva de lectores de libros electrónicos en unos meses va a coger con el pie cambiado a los editores, y antes que la burbuja se pinche y estalle, sería necesario ir reconvirtiendo una industria y unos modelos de negocio que son económicamente insostenibles. La digitalización masiva de contenidos es la vía de salida alternativa para el sector. La irrupción de mercados emergentes en estos soportes se constituye en la hoja de ruta de la edición. Seguir diciendo vade retro al paradigma digital es abocar al sector a una reconversión absolutamente traumática, en un plazo de tiempo mucho más cercano de lo que el establishment del sector imagina. Negar la evidencia empírica es una actitud temeraria.
Manuel Gil

jueves, 11 de diciembre de 2008

Las maletas llenas: Libros sobre libros

A mi llegada al Aeropuerto de Guadalajara, de regreso a México D.F., tuve que resolver un problema de sobrepeso en mi equipaje. Los libros pesan, y mucho. Más cuando ocupan una maleta de 30 kilos casi hasta la mitad. Mi visita a la Feria del Libro de Guadalajara ha sido muy provechosa este año, también como lector/comprador de libros, en esta ocasión de libros sobre libros.
La parada esta vez en el stand de Libraria me ha traido una doble satisfacción: una larga charla con su responsable, Tomás Granados, director de la revista HojaporHoja y de la colección Libros sobre Libros, publicados en colaboración con Fondo de Cultura Económica. Una conversación distendida, inteligente y esclarecedora de mutuos intereses, entre ellos la crisis/cambio de paradigma que atraviesa el sector del libro en las dos orillas del Atlántico, el proyecto de Ley del Precio Fijo para el libro, a punto de aprobarse en México, o el amor a los libros sobre libros. Gracias, Tomás, por tu tiempo y tu hospitalidad. Mi compra de este año: el libro de Robert Bringhurst Los elementos del estilo tipográfico, un libro-objeto, por lo primoroso de la edición, y un libro de consulta y saciador de curiosidades tipográficas. "Las migajas [en este caso tipográficas] pueden liberar una partícula de la oculta realidad del mundo" (de nuevo Martín Cerda, y su Palabra quebrada, de la Editorial 27letras, me viene como anillo al dedo para esclarecer e iluminar mi pensamiento).

Unos metros más allá del stand de Libraria encontré el stand de Solar Editores, que publican la revista profesional Quehacer Editorial, una interesantísima revista, en formato de libro, que aglutina las opiniones de "autores, traductores, correctores, tipógrafos, diseñadores, distribuidores, libreros, promotores, bibliotecarios, en fin, ese amplio mundo de especialistas que hace llegar la palabra del autor al lector y que hemos convocado a constituir el Instituto del Libro y la Lectura". La revista va por su Número 7: Editores, lectores y globalización o la desmitificación de la cultura letrada, y cuenta con las colaboracines de Tomás Granados, Ricardo Nudelman, o Juan Domingo Argüelles, entre otros.

De Juan Domingo Argüelles, prolífico autor de libros sobre el mundo de la edición, de la lectura y de las librerías, he encontrado con agradable sorpresa en el stand de Océano su último libro, Antimanual para lectores y promotores del libro y la lectura, cuyo subtítulo no puede ser más retador, provocador y atractivo: "La utopía y el imperativo de leer". Entre otras preguntas, el autor se plantea las siguientes: "¿Para qué leer?", "¿Cómo no leer un libro?" o "¿Cómo ahuyentar lectores?". El libro promete.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Las Meninas en la FIL: El ensayo del ensayo

No te engañan tus ojos: como en un juego de espejos foucaultiano, en un eco escenográfico de Las Meninas, la foto retrata a una chica -de la que sólo vemos su pelo- en el momento en el que con la cámara de su móvil está fotografiando precisamente la escena que aparece al fondo de esta foto. La foto que contemplas -la de la chica del móvil haciendo una foto a la escena que recoge la foto de mi cámara- fue tomada en la Feria del Libro de Guadalajara, México, con motivo de la presentación de dos libros de la colección Voces/ Ensayo que dirijo en la editorial Páginas de Espuma. En la foto, seis quinceañeras se aprietan bien contra Vicente Luis Mora que, como haciéndose el desentendido con lo que sucede a su alrededor, se abstrae ensimismándose en el recuerdo de su último viaje a Venecia mirando el cartel oficial de la FIL, cuyo país invitado ha sido este año Italia.


Flanqueado por Jorge Volpi y Vicente Luis Mora, ejercí de presentador, moderador y schowman en una de las múltiples mesas redondas y actos que se ofertan durante la celebración de la FIL de Guadalajara. El título de la presentación era muy explícito: Mentiras contagiosas/ Pasadizos, haciendo referencia a sendos títulos de libros escritos por ambos autores. En el Salón Mariano Azuela, en la planta alta de la zona de Negocios de la FIL, la convocatoria de las 19:00 horas tenía previsto contar con un público escaso, de edad provecta y con un interés en el pensamiento, la filosofía y la crítica literaria. Cuál no sería nuestra sorpresa cuando, bajo el cartel de "No hay cupo" (como en los estrenos musicales y/u operísticos, o en los mejores carteles de Las Ventas en la Feria de San Isidro) encontramos la sala llena hasta reventar, pero de jóvenes quiceañeras que hicieron cola para asistir a una presentación de libros de ensayo. Como moderador tuve que replantearme el enfoque de la charla, y tras los titubeos iniciales y, sobre todo, con la ayuda de los dos autores, conseguimos captar la atenciçon de nuestro público que se mostró interesado, cautivado e incluso entregado.

Con la excusa del género del ensayo literario tuve ocasión de traer a cuento las palabras del chileno Martín Cerda, que en su libro La palabra quebrada, ensayo sobre el ensayo (recientemente editado por la Editorial 27letras), nos subraya que "lo verdaderamente esencial en cada ensayo no reside en el objeto de que se ocupa, sino, más bien, en las preguntas a que lo somete discreta y, a la vez, radicalmente". Volpi y Mora se identificaron con Cerda cuando recuerda el pensamiento de Montaigne que sostiene en sus Ensayos (publicados en impecable edición por Acantilado) que "yo mismo soy la materia de mi libro". Volpi y Mora confesaron la promiscuidad en su relación con los géneros, de tal manera que necesitan, como expresión de sí mismos, visitar y ensayar indistintamente con la novela, la poesía o el ensayo literario; es más, ambos se inclinan cada vez más por la escritura híbrida, que mezcla los géneros y los proyecta con un efecto amplificador.

El escritor de ensayo, coincidieron ambos, practica la escritura fragmentada o fragmentaria, y ambos compartieron con Cerda la opinión de que "el ensayista disiente casi por definición sobre todo de las conclusiones fáciles que reclutan adherentes a granel, [...] en este movimiento incesante, el ensayista erosiona cuanto escribe [...] con ello se coloca en la posta de la libertad".

El cine de Orson Welles, la poesía de Leopardi o Mallarmé, el lenguaje arquitectónico más vanguardista, la novela como género, la creación del espacio poético, el diálogo entre arte y arquitectura, la novela como virus, la obra de Bolaño, son ejemplos de las obsesiones que han suscitado la reflexión y el rumie de Volpi y Mora. En la presentación desplegaron un diálogo creativo que sedujo a una audiencia atípica, quinceañera y entregada a la tecnología móvil que, si algo sacó en claro es que el ensayo no responde al tópico sesudo que se había imaginado, y que un autor de ensayo literario no tiene porqué ser un viejo sesentón y canoso, encerrado en su despacho y aislado del mundo. El escritor de ensayo puede tener tanto tirón mediático como un cantante pop, al menos en el imaginario colectivo de estas quinceañeras del estado de Jalisco.

Visita a FICOD: El Long Tail y el cambio de paradigma



El pasado día 25 de noviembre tuve ocasión de asistir como "emprendedor" a la sesión inaugural del II Foro Internacional de Contenidos Digitales, protagonizada por Chris Anderson, redactor jefe de Wired y autor de uno de los libros sobre análisis del mercado que últimamente más han animado el debate y la reflexión internacionales: La economía Long tail: De los mercados de masas al triunfo de lo minoritario. (Barcelona, Urano, Tendencias, 2007). En esta ocasión su conferencia llevaba por título “El futuro de Internet: la economía Long tail”.
Con dotes de showman y una puesta en escena impecable, Anderson, de pie sobre el escenario y con tan sólo un micrófono inalámbrico y el mando a distancia de su portátil, desplegó, con sus dotes de orador, sus tesis sobre la economía del Long tail (larga cola), ante un auditorio de dos mil personas.
Su sentencia sobre el fin del mercado de masas no pudo ser más contundente: “En los tradicionales estudios de mercado de masas, siempre se ha buscado al consumidor medio, pero no existe un consumidor medio; nunca hemos sabido ni siquiera quién es ese consumidor medio. Lo que existe es un consumidor concreto”.
La aparición de Internet y de las industrias de contenidos digitales ha supuesto la irrupción de un nuevo tipo de mercados, propio de la sociedad hiperfragmentada en la que vivimos. Hasta ahora, el tradicional mercado de masas estaba basado en un sistema de distribución con “capacidad limitada”, y se cimentaba en la basculación entre oferta y demanda; en este mercado, el consumidor elegía, de forma pasiva, sobre una oferta limitada (“quien elegía era el canal”). Con la aparición de las nuevas tecnologías y la web 2.0, han surgido infinidad de nuevos mercados nichos, hiperfragmentados, en los que se ha impuesto el modelo de mercado abierto del long tail, que está demostrando una “capacidad infinita” de oferta, donde “todo está disponible”; quien elige ahora es el consumidor. Si la cultura de masas tenía como sello identificativo la indisponibilidad, la cultura nicho se construye sobre la idea de la disponibilidad, en la que el consumidor “elige sobre un menú infinito”. La clave de la economía Long tail es clara: el éxito de la oferta infinita y disponible radica en la “eliminación de los intermediarios y de los almacenamientos físicos”.
Anderson ilustró sus tesis con varios ejemplos de los comportamientos del Long tail en distintos sectores, desde el de los medios de comunicación, periódicos y revistas, hasta el de la moda o la alimentación. Esta revolución de los mercados también está llegando a la industria del libro.
Como Manuel Gil y yo señalamos en el El nuevo paradigma del sector del libro, con ocasión de comentar las ideas de Anderson, “en la industria editorial se asiste, no obstante, a una dualidad del mercado: por un lado, un mercado amplio de tipo horizontal, propio del consumo de masas; por otro, un enorme mercado de nichos, producido por la hipersegmentación, que inevitablemente sólo podrá ser satisfecho desde Internet. Cualquier editor puede observar el comportamiento del fondo de su catálogo y comprobar que muchos títulos, de los que apenas vende unos cientos de ejemplares, representan ese mercado de “larga cola”. Precisamente ese mercado es el que define el carácter diferenciador y plural del editor”.
Si hasta ahora, siguiendo la regla de Pareto, para el editor o librero lo razonable era descomponer su volumen de negocio hasta encontrar el 20% de los clientes que le faciliten el 80% de sus ventas (y así asegurar la viabilidad de su empresa), la economía del Long tail afirma que los nuevos micro-mercados (que están apareciendo gracias al desarrollo de la Web 2.0 y las tecnologías de contenidos digitales) facilitan que el editor independiente (con las estrategias adecuadas y con dosis de imaginación proactiva) pueda ofertar todo su catálogo en la red: el beneficio vendrá por la eficacia de esas estrategias a la hora de ofertar qué de su catálogo a cada micronicho. Por eso el Long Tail invierte teóricamente la regla de Pareto: con la visibilidad virtual, nuestro catálogo puede nutrir a una demanda teóricamente infinita de pequeños fragmentos de mercado; sus reglas ya no son las del mercado de masas (80/20), y sus resultados habrá que valorarlos a escala, a microescala. Muchos pocos hacen un mucho, vamos.
La fragmentación del mercado conlleva microsegmentos de clientes que buscan a toda costa una diferenciación en su planteamiento de compra. El éxito está en adaptarse a las exigencias de los consumidores de esos micronichos, detectarlos, localizarlos y hacerles visibles nuestra oferta editorial.
Anderson finalizó su conferencia adelantando el tema de su próximo libro: la “comunidad free” y el triunfo de la “cultura de lo gratuito”. Las tesis de Anderson nos confirman en la idea de que en el sector del libro asistimos a un nuevo cambio de paradigma, acorde a la aparición de la economía del Long tail y del surgimiento de los mercados nicho.
La conferencia inaugural del FICOD, protagonizada por Chris Anderson, se perfila así como una especie de sextante, instrumento de navegación que servirá para trazar con precisión la singladura teórica de estas jornadas, pero también gran parte de la travesía práctica de muchos empresarios atentos a las nuevas tendencias del mercado. Echamos de menos, en ese sentido, la asistencia a este Foro de editores, libreros y distribuidores, los distintos protagonistas del sector del libro, que parece siguen dando la espalda, con su ausencia y su silencio, a una realidad que se impone día a día. Salvo honrosas excepciones (como una representante de la Editorial 27letras), brillaron por su ausencia muchos independientes y dependientes, libreros y cadeneros.
Y el sector del libro sigue pendiente de la lista de los libros más vendidos. Señores: el nuevo paradigma ya está aquí, ¡hagan cola!

martes, 9 de diciembre de 2008

Italianos en la FIL: Centenario Edmondo De Amicis


Un año más he tenido ocasión de visitar la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en la ciudad de Guadalajara, estado de Jalisco, en México. Este año, el país invitado de la Feria ha sido Italia. Se han echado mucho de menos a sus autores vivos; sorprendentemente, parece que los responsables de la cultura italiana han reaccionado tarde y no se han percatado de la importancia de una de las ferias del libro más importantes del mundo, por lo que la presencia en la feria de medios y autores italianos ha sido discreta.

En el stand de Italia, con un despliegue modesto, se han ofertado, en una librería improvisada y con poca gracia, ediciones en español de algunas de las obras más significativas de la cultura, el pensamiento y la literatura italianas. Sí, no han faltado las obras de Dante, de Maquiavelo, de Italo Calvino o de la actual Melania G. Mazzucco, pero ofertadas en pilas desiguales y sin concierto, en un batiburrillo desordenado y con una puesta en escena pésima.

Lo que más me ha llamado la atención es que, en el año del centenario de su muerte, el gran ausente de la Feria ha sido Edmondo De Amicis (1846-1908), autor que parece ser ignorado por sus compatriotas, o peor, cultura italiana que desgraciadamente sufre de amnesia y olvida a uno de sus más internacionales escritores, al menos, hace unas décadas. Es como si en españa olvidáramos a un Galdós o a un Larra.

Mi interés por De Amicis no responde a la simple curiosidad. Amicis, más allá del olvido y del tópico, es uno de los maestros de la literatura de viajes. Paul Bowles, otro maestro del género, distinguía entre el turista y el viajero. Amicis es, sin lugar a dudas, la antípoda del primero y la encarnación del segundo. En sus libros de viajes España (1873), Recuerdos de Londres (1874), Recuerdos de París (1878), o Constantinopla (1879), logra transmitir la pasión por el viaje y el deseo de aventura.
Mi afición por De Amicis me ha llevado a publicar alguno de sus libros en la editorial Páginas de Espuma. Lejos de un interés por lo inédito -no es mi guerra-, y trascendiendo la ocasión del centenario -que ha pasado sin pena ni gloria en los medios-, lo que me interesa de este autor es el género en sí que practica: esa mezcla inigualable entre el ensayo, el artículo periodístico, la crónica de viajes, el libro de aventuras.
En su libro Recuerdos de Londres y París, en su visita a Londres, Amicis se abandona a los placeres del observador, optimista y fascinado por las dimensiones de la metrópoli del Imperio británico. Constata que las ciudades son libros que se leen con los pies; así, a sus ojos, Londres conserva los rincones y en ella aún se reconocen los personajes de las novelas de Dickens; pero al italiano, ajeno al oscuro spleen baudeleriano, le atraen, en un anticipo de la mejor crónica benjaminiana, los docks del Támesis, donde atracan los grandes barcos de vapor. En Recuerdos de París, Amicis describe la esencia de la vida cultural y artística parisina de la III República Francesa. La actividad de la ciudad viene vertebrada por la celebración de la Exposición Universal de París de 1878, que capta la atención de todo el mundo.

Aún entusiasta del arte y la tecnología expuestos en el Trocadero, Amicis hará su particular y propio peregrinaje literario, al entrevistarse con dos de los iconos más significativos de la literatura francesa del siglo XIX: Victor Hugo, representante indiscutible del romanticismo, y Émile Zola, el líder más carismático del naturalismo. A ambos les dedica páginas apasionadas, llenas de admiración, con un fino estudio de sus caracteres y de su obra.
Amicis es un autor paradójicamente desconocido por el público; a todo el mundo le suena Corazón: a unos, porque rondan los sesenta y los setenta años y les "obligaron" a leer el libro, un best seller en su época; a otros, porque nos criamos con Marco, a otros porque vieron la película... Pero Amicis es un escritor ampliamente desconocido, sobre todo en su faceta de escritor de literatura de viajes. Gracias a Pamuk descubrí su Constantinopla, un libro que ya ha leído en nuestra edición bastante gente, que además se lo lleva en la maleta cuando viajan a Turquía y visitan Estambul. De Amicis, ya un clásico, no decepciona.
Una vez finalizada mi estancia en la FIL, marché a México D.F., donde practiqué una de mis aficiones más preciadas: la visita a librerías de viejo. En una de ellas, la Librería El Volador, en la delegación de Coyoacán, (calle Carrillo Puerto 48), tuve oportunidad de rendir mi particular homenaje a De Amicis. Tras rastrear sus abarrotadas estanterías durante un rato, logré localizar en la sección de literatura, por la A, un ejemplar de su libro España, en una edición publicada en Barcelona en 1906 por la casa editorial Maucci, en traducción de Cátulo Arroita. La promesa de la librería no era incierta: bajo el lema "Libros desde 10 pesos hasta joyas bibliográficas", El Volador me ofreció en mi primera visita esta joya, al menos para este bibliómano o bibliópata, y por tan sól 80 pesos (menos de 6 euros).
El ejemplar, con encuadernación holandesa, fatigado y con magulladuras importantes, fruto del tiempo y la humedad, con manchas de óxido, viene firmado por uno de sus primeros propietarios, "Augusta", y fechado el 18 de febrero de 1906. Sus prietas 432 páginas nos narran las aventuras del autor en sus derroteros por Barcelona, Zaragoza, Burgos, Valladolid... hasta Valencia. Para los que deseis leer el libro, estais de suerte: existe una versión más moderna, publicada por la Editorial Miraguano, en traducción de Augusto Suárez de Figueroa.
Los verdaderos protagonistas de la Feria, no obstante, como un año más, han sido sus visitantes no profesionales, la mayoría de ellos jóvenes, que a partir de las cinco de la tarde guardaban enormes colas para poder entrar, previo pago (20 pesos mexicanos), a las instalaciones de la FIL, como puedes comprobar a mi derecha en la foto. Efectivamente, la FIL sigue siendo la fiesta de los libros.
Aún os contaré más cosas de la FIL en otra entrada.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Pasadizos: I Premio Málaga de Ensayo

Uno de las motivaciones de este mi blog personal es compartir contigo mi actividad como editor de ensayo. Cumpliría mi objetivo si lograra suscitar tu curiosidad, provocarte directamente para que te animaras a leer, o al menos a ojear y hojear, alguna de mis propuestas editoriales.

Una de ellas ha sido ésta que te reseño: Pasadizos: espacios simbólicos entre literatura y arte, del cordobés Vicente Luis Mora. Ahora que no me oye, Mora es de esos autores que no sabes por donde hincarle el diente: es novelista, es poeta, se atreve con ensayos sobre la nueva sociedad producto de la revolución de las nuevas tecnologías... Además es alto, compacto, muy serio y con un aire a estética cool, y algún maledicente periodista le ha colgado el sanbenito de miembro de la generación nocilla, algo que, conociéndole, no sé si le ha hecho mucha gracia.

En 2007, en colaboración con el Instituto Municipal del Libro de Málaga, desde editorial Páginas de Espuma convocamos el I Premio Málaga de Ensayo, para manuscritos originales de género no ficción.
Una de mis tareas, a parte de leerme la cantidad de manuscritos que llegaron a concursar, fue seleccionar el grano de la paja. Te puedo garantizar que cada españolito de pro tiene una novela inédita guardada en el cajón de su mesilla, pero hay una cantidad nada despreciable de frikis que, cual francotiradores, atesoran joyas ensayísticas sobre temas variopintos: desde un tratado sobre los cuernos (los otros, no los taurinos), hasta una colección de encuentros en la tercera fase.
El jurado del premio fue de lujo; formamos parte de él Rafael Argullol, filósofo y escitor; Estrella de Diego, escritora y profesora de Arte Contemporáneo; Javier Gomá, filósofo, periodista y escritor; Chantal Maillard, poeta y escritora; Juan Malpartida, escritor, crítico y poeta; y yo, como editor y director de la colección Voces/Ensayo de Páginas de Espuma. Además, con voz pero sin voto, mi querido amigo Alfredo Taján, escritor y poeta, y actual director del Instituto Municipal del Libro de Málaga, hizo las veces de anfitrión insuperable.
La obra ganadora fue un manuscrito que llevaba por título Topomaquias. Una vez abierta la plica correspondiente, descubrimos con sorpresa (indiferencia de algunos, protesta apasionada de otros), que el autor de la obra premiada era Vicente Luis Mora. Al autor, que reside en Albuquerque (Nuevo México, EEUU), donde es director del Instituo Cervantes, lo despertamos con una llamada premiada, a las 3 de la mañana, hora local. Su alegría por la noticia no compensó su modorra noctámbula.
Durante los siguientes meses Mora y yo nos pusimos a trabajar sobre el manuscrito, para preparar su edición. Han sido meses de llamadas de teléfono, conversaciones on line, intensas, apasionadas, polémicas y siempre gratificantes. Logramos una cubierta que nos gustó a ambos, gracias a Paul Viejo, y coincidimos en la necesidad de dotar al libro de un título de impacto, menos laberíntico y esotérico como el de Topomaquias. Así vió la luz Pasadizos, un libro collage, donde, con la escusa de la reflexión sobre la poética del espacio, los poemas de Mallarmé dan la mano y dialogan con Octavio Paz, los versos de Leopardi se entrecruzan con la poética de la Red y la Web 2.0, y la escultura de Chillida abre espacios dialógicos entre la filosofía y la poesía. Mora nos porpone una valiente reflexión sobre la arquitectura contemporánea, o nos hace visitar con la nariz una perfumería, llena de sugerencias y evocaciones.
Disfruté mucho editando este libro. Espero que tropieces con él en algún momento. Alguna de sus páginas son muy sugerentes.

El nuevo paradigma: Entrevista con Cuqui Weller

El amigo Cuqui Weller, verdadero hombre del Renacimiento, pues reúne en su persona su condición de traductor, periodista, hombre orquesta de la edición, y todoterreno de Literaturas.com, ha tenido la osadía de animarse a entrevistarnos a Manuel Gil y a , con ocasión del lanzamiento de nuestro primer libro El nuevo paradigma del sector del libro.

Y el amigo Weller se descalza con semejante entrada: "Para regocijo de muchos y desazón de algunos, Trama editorial (a la que damos la enhorabuena) inaugura su colección «Tipos móviles» con un más que interesante ensayo de los especialistas Manuel Gil y Javier Jiménez sobre la situación actual del sector del libro en España.
En el trabajo se estudia el papel actual de los protagonistas del sector y se les ofrecen unas cuantas sugerencias, indispensables diría yo; los editores, los distribuidores, los libreros y el precio fijo, a examen, pero no un examen parcial, sino para pasar de curso."

Cuando Manolo y yo concretamos con Cuqui la dinámica de la entrevista (por escrito y a vuelta de correo) no tuvimos la prudencia de sondear cuántas preguntas nos lanzaría. El reto casi nos supera, y como podrás comprobar cuando la leas, lo que está claro es que se leyó el libro de arriba abajo, lo que le agradecemos.

A modo de visión general, Cuqui afirma: "El libro expone con claridad y sencillez todos estos temas, y nos ofrece datos, soluciones, recomendaciones. Los autores no se andan por las ramas y ponen en tela de juicio exclusivamente los temas que necesitan una revisión urgente. Esperemos que gane la literatura y que gane el lector."

Si te atreves, aquí tiene el enlace para leer la entrevista completa. Puedes saborear un café mientras tanto, así que tómate tu tiempo.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Books, Shakespeare and Company. El caso Sylvia Beach

Desde años soy un asiduo de las librerías de viejo, de las librerías de lance y a veces hasta de los anticuarios y gente de almoneda que tiene libros raros y polvorientos arrumbados en un rincón. Aún recuerdo mis años de adolescencia, en los veranos en el Postiguet, cuando las tardes las pasaba en la trastienda de una librería de segunda mano –hoy desaparecida junto con el edificio– de la calle mayor, cerca de la Plaza del Ayuntamiento. Se me podía encontrar en la última estantería, en el último pasillo de la sinuosa librería, tirado en el suelo, buscando El vizconde de Braguelone, en la edición de tres volúmenes de la Editorial Lorenzana, en aquellas maravillosas ediciones con lomos dorados y piel azul, con la silueta de Nôtre Dame de París en la cubierta, calada en oro. Los volúmenes aún están destacados en la librería del salón de mi casa, como un testigo fiel de lecturas adolescentes, siempre apasionadas y compulsivas.

La visita a estas librerías de batalla –cementerio vivo de libros vencedores del tiempo, de las modas, de las rentrées– no deja de ser obligada en mis viajes. Rastreo las estanterías con la misma ilusión de entonces, en busca del libro no leído, de la edición curiosa o del ejemplar raro y sorprendente. No siempre se consiguen triunfos; otras veces, la presa está muy alejada de mi bolsillo; pero el simple hecho de tener en las manos el ejemplar deseado, satisface y justifica la visita. La última ha sido a un pequeño librero anticuario de la calle Uniwersytecka de Wroclaw, en Polonia. La pieza, una preciosa edición del Zaratustra de Nietzsche, fechada en Leipzig en 1900 –el año de la muerte del filósofo– y editada por C.G. Naumann. Y todo, por 16 zlotys, menos de 5 euros.

En los últimos años, las posibilidades de visita a libreros de viejo se han multiplicado por mil, gracias a sitios web como iberlibro.com o uniliber.com. La posibilidad de localizar libros agotados, antiguos o raros en cientos de librerías de todo el mundo, de comparar precios y ediciones, de lograr la mejor opción de envío, todo esto llena de satisfacción a un loco aficionado por la bibliofilia. Quizá se ha perdido el contacto físico con la librería, pero el nivel de servicio de estos libreros de viejo adaptados a las nuevas tecnologías es muy alto (mucho más que la de cualquier librero de nuevo), la comunicación personal y profesional con el librero vía e-mail facilita mucho las cosas, y la emoción al encontrar la pieza sigue siendo igual de intensa, aunque uno ya no pueda tocar y hojear las presas valiosas que no va a comprar.

Esa emoción la sentí, hace unos años cuando, con motivo de preparar un curso de gestión de librerías, y con el ánimo de dar a mis alumnos un repaso sobre la historia reciente de las librerías, topé con un ejemplar del libro de Sylvia Beach Shakespeare & Company, The Store o fan American Bookshop in Paris, publicado por Harcourt Brace & Co., en primera edición, en 1959. A los cinco días de la compra, la librería estadounidense me envió a casa, en sobre de burbujas e impecablemente envuelto en papel de periódico, un precioso ejemplar, en tapa dura, encuadernado en tela amarilla y con sobrecubierta fatigada y un poco sobada. Mi primer gesto: abrir el ejemplar para olerlo. Por lo demás, el ejemplar estaba impecable, salvo por el “mordisco” interior en las páginas 107-108, por razones que aún no consigo descubrir.

El ejemplar del libro de Sylvia Beach me sirvió para llamar la atención a mis alumnos sobre la vida de unas de las libreras más interesantes del siglo XX, la americana que en 1919 abrió una pequeña librería, Shakespeare and Company, de libros en inglés en París, años después trasladada a la calle de l’Odèon, que se convirtió en un centro de referencia cultural y literario en los años de la Europa de entreguerras. Por la librería pasaron y se quedaron como asiduos clientes y amigos tanto los escritores franceses del momento, como Paul Valéry, León-Paul Fargue o André Gide, como escritores anglosajones de la talla de Ernest Hemingway, Scott Fitzgerald, Gertudre Stein, T.S. Eliot, D.H. Lawrence o James Joyce.

La historia de esta librera se funde con la de su librería, y su libro es un verdadero testimonio de cómo ambas se convirtieron en un centro telúrico de la cultura del momento. Pero Sylvia Beach no fue una librera al uso; acometió empresas de alto riesgo para su época, como afrontar en solitario la edición de los primeros ejemplares del Ulises de James Joyce, un autor perseguido por la censura en su país y con serios problemas económicos. Beach se encargó, sin conocimiento del autor, de imprimir en una imprenta de Dijon dos ejemplares de la monumental obra, encuadernados en tapas azul griego, que entregó en mano a su autor el dos de febrero de 1929, con motivo de su cumpleaños. El autor, sorprendido y agradecido, dedicó un poema a su librera, editora y benefactora:



“¿Quién es Sylvia? ¿Cómo es?
¿Por qué la alaban todos nuestros escritores?
Es una joven y valiente yanqui
Que, llegando desde el oeste, ha conseguido
Que todos los libros puedan llegar a publicarse.”



Durante la Segunda Guerra Mundial, la librería Shakespeare and Company recibió varias visitas de soldados del ejército de ocupación alemana. En una ocasión, en 1941, por culpa de un ejemplar único del Finnegans Wake que Beach se negó a vender a un irritado oficial, la librera se vio obligada a desmantelar la librería y guardar sus valiosos tesoros a la espera de mejores tiempos. La maniobra le costó seis meses en un campo de confinamiento. De regreso a París, fue liberada, en una rocambolesca aventura, por un joven Hemingway, con un uniforme de campaña sucio y ensangrentado, a lomos de un jeep del ejército americano.
En fin, sus memorias están llenas de anécdotas, respiran amor por los libros y por la literatura en todas sus páginas, y reflejan el testimonio de una librera que participó activamente en la difusión de la cultura anglosajona desde una pequeña librería en tiempos difíciles.
Cuando me incorporé, a comienzos del año 2007, a la Editorial Páginas de Espuma para dirigir su colección Voces/ Ensayo, le presenté a su director el proyecto de recuperar las memorias de Sylvia Beach como mi libro de presentación de la nueva etapa de esta colección. En los años ochenta, un pequeño sello barcelonés, Ediciones Thor, publicó, en traducción de Roser Infiesta, una edición tamaño bolsillo del libro de Sylvia Beach. Contacté con la familia Infiesta, propietaria en su momento de la editorial, con ánimo de localizar a la traductora.


A continuación, inicié los trámites para ofertarles la recuperación de dicha traducción, con la posibilidad de revisarla y actualizarla. Mientras, una vez que contactamos con la editorial americana que disponía en la actualidad de los derechos (University of Nebraska Press, que en 1991 publicó una edición en rústica, con una cubierta ciertamente horrible), conseguimos que nos indicaran qué agencia literaria ostentaba los derechos para su edición en español.

Cuando llamamos a dicha agencia ni tan siquiera sabían sus gestores que representaban al sello americano. Iniciamos las negociaciones, presentando las líneas generales del proyecto. La agencia nos preguntó si queríamos algún ejemplar de la obra. Como soy muy celoso de mis posesiones bibliográficas, solicité que nos enviaran dos ejemplares, para poder trabajar con ellos con facilidad. Al final fue la propia editorial americana quien nos envió por courrier unas fotocopias de su edición, que contaba con un prólogo del poeta James Laughlin. Pasados unos días, en contestación a nuestra solicitud, la agencia reaccionó, pero no en el sentido que esperábamos.

Para nuestra sorpresa, la misma agencia, que hace unos días ni sabía de la existencia de Sylvia Beach ni de sus memorias, y que tampoco sabía que representaba a la editorial americana, nos salió con que tenía una oferta de otro sello editorial. La representante de dicha agencia nos aclaró, no obstante, que “como nosotros habíamos sido los primeros”, teníamos una opción de presentar oferta en primer lugar. Inocentes de nosotros, la presentamos; la sorpresa fue mayúscula cuando, semanas después, la responsable de la agencia nos aseguró que los colegas de la otra editorial habían doblado nuestra oferta. Ante los nuevos acontecimientos, y aceptando con deportividad la situación, decidimos abandonar semejante locura. No supimos entonces quién era el editor rival, y decidimos dar carpetazo al asunto. No juzgo, tan sólo constato los hechos.

Meses más tarde, con motivo de una presentación en Barcelona de uno de nuestros libros, visité en abril pasado la librería La Central del Rabal. Tengo por costumbre no salir de una librería sin haber comprado un libro. Esta vez la elección no fue difícil, y la sorpresa no fue por el libro en sí, sino por la alegría de constatar la preciosa edición que Ariel había sacado al mercado, por fin, del libro de memorias de Sylvia Beach. El misterio se había resuelto y felicito a Mauricio Bach por su buen gusto en la edición del libro, dentro de su colección Biografias y Memorias del siglo XX.

Dos detalles: se recupera la traducción de Roser Infiesta –revisada por el propio Mauricio Bach–, y se rescata la viñeta que habría capítulo en la primera edición americana, que reproduce un curioso retrato de Shakespeare, logotipo de la librería en la calle de l’Odèon. Esta edición utiliza a su vez bastantes fotografías –no todas– de la primera edición de 1959, e incorpora algunas menos conocidas de la autora. El resultado final es magnífico, muy atractivo, y confieso que en el avión de vuelta a Madrid no pude resistirme a comenzar de nuevo su lectura, esta vez la tercera: “Mi padre, el reverendo Silvestre Woodbridge Beach, D.D., fue ministro presbiteriano que durante diecisiete años ejerció como pastor en la Primera Iglesia Presbiteriana de Princeton (Nueva Jersey).”

Les invito a continuar con su lectura, no se arrepentirán. Y le deseo larga vida en las librerías de nuevo a esta edición en la editorial Ariel; que no sucumba a las lógicas financieras del grupo al que pertenece.