El verano ya está llamando a la puerta, así que ayer mismo, después de entregar la revisión de los ferros de este nuevo libro, decidí reservar habitación sin más dilación en el Pausania. Volveré a Venecia, por cuarta vez, con el libro en la maleta, a darme un homenaje después de varios meses de trabajo con él. Su traductora, mi amiga Nuria, ya hizo lo propio (y dos veces) hace unos meses, con su familia.
El poder de atracción del libro (que no puedes dejar de leer) es el mismo que produce una ciudad que trasciende el mito y el icono, para convertirse en cita obligada de todos los locos por lo decadente, como John Ruskin, Henry James, Thomas Man, Joseph Brosky, Luchino Visconti o Javier Marías.
Viajero, hispanista, diplomático, poeta y novelista, William Dean Howells recoge en Vida veneciana (Páginsas de Espuma, 2009) sus recuerdos de los dos años en que, en la segunda mitad del siglo xix, residió en Venecia como miembro del cuerpo diplomático estadounidense. En estas páginas, según Henry James, Howells se muestra como uno de los escritores norteamericanos con mayor encanto, gracias a su agudeza y a su vivacidad como observador, y como un viajero sentimental, que nos sirve de guía por los lugares menos conocidos pero más cotidianos de la ciudad de los canales.
Aunque los gloriosos años de la Serenísima República ya han pasado y la ciudad, tras perder su fulgor y su poder, permanece adormilada en manos de la dominación austríaca, aún son muchos los rincones y anécdotas donde late una vida llena de pasión y belleza. El libro está impregnado de cierto tono poético, y por sus mejores pasajes circulan personajes anónimos muy comunes de la vida cotidiana de la ciudad.
Observador incansable y detallista, Howells nos llama la atención hacia gran cantidad de cosas insignificantes que conforman el día a día de una ciudad que no se resiste a olvidar las cosas que hacen que la vida resulte agradable. Howells, según Henry James, está a la altura de Hawthorne, y logra que la literatura sea una parte fascinante de nuestras vidas.
«De la manera más sencilla, sin discursos, sin ostentación ni hipocresías, sino alternando de manera exquisita el humor y la tragedia, Howells consigue reflejar el persistente mutismo de la elocuencia italiana. [...] Howells, en conclusión, es un escritor de descripciones cuyo sentido y perfección, en nuestra opinión, ningún otro escritor americano, excepto Hawthorne, puede reclamar» (Henry James).
1 comentario:
Es que si no fuera por las cosas insignificantes las ciudades no serían más que construcciones de hormigón, maquetas de nuestra vida, sin nada más que aportar, ¿no?
Venecia ^_^
Si ese libro me teletransporta allí es bastate posible que lo consiga :)
Publicar un comentario